5.10.11

...Como la locura de los genios.

Me tapé los oídos pero no funcionó. Aquellas voces continuaban callando hasta mis pensamientos; gritando cómo lo hace un cielo rojo, casi apocalíptico.
Intenté andar rápido hacia ningún lugar, dónde aquellas voces confusas dejaran de hacer eco... Pero no pude. Alguien, o quizá el viento, me arrastraba hacia atrás irremediablemente. Me giré ofuscada, quién fuera dejaría de hacerme retroceder por las buenas o por las malas. Pero allí no había nadie, ni las hojas de los árboles parecían agitarse. No importaba. Tenía que ir a algún lugar dónde solo el silencio pudiera hablarme.
Aquellos gritos ininteligibles eran más constantes a cada segundo, mientras aquellas cadenas invisibles caían de forma pesada y sin pedir permiso sobre mis hombros, obligándome a mirar atrás.
Las voces no cesaban, los gritos eran cada vez más fuertes. No podía callarlos. Y es que estaban tan dentro de mí como mi propia conciencia. Quise entenderlas, pero se confundían entre ellas cómo una sinfonía discordante.
No sabía qué hacer. A esas alturas ya tan solo parecía ser una simple espectadora del mundo, de mi vida... Sin ningún tipo control sobre mi mente. El confuso ruido de miles de voces se apoderó de mí por completo. Ni tan solo sabía hacia dónde me dirigía; me guiaba algo que ni tan siquiera sabía qué era.

De repente, sin saber cómo, me encontraba al borde de mi escritorio, con un ansia inexplicable por acariciar la fragilidad de un folio... Mientras las voces se convertían en susurros y mis musas me volvían a hacer dueña de mí y de mis manos.


Microrrelato que escribí para el club de escritura de Facebook "Intensamente Breves", en el cual os animo a todos a participar.

No hay comentarios: